David Choquehuanca recibirá Año Nuevo Andino en Argentina y será declarado persona destacada.
La llegada del vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, jilata David Choquehuanca Céspedes, se da en el marco de la Celebración del Año Nuevo Andino, Amazónico y del Chaco 5530 que festejan los Pueblos Originarios los 21 de junio en distintos países andinos como Bolivia, Perú, Ecuador, Chile y Argentina, aunque cada vez se masifica más y se celebra también en diversas regiones del mundo. Esta celebración no es una mera festividad, tiene una importancia vital política-social trascendental en el mundo andino. Para tal acontecimiento, el vicepresidente boliviano se reunirá con autoridades argentinas como el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Sr. Axel Kicillof, pero principalmente con la colectividad boliviana que se convocará en las distintas actividades de su agenda y en especial para recibir y Celebrar el Año Nuevo Andino 5530 en el municipio de Moreno.
A su vez, será declarado persona destacada de las Culturas Populares y el Pensamiento NuestroAmericano por el departamento de Folclore de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) El reconocimiento se basa en su incansable labor en la promoción, difusión y construcción de las culturas y el pensamiento NuestroAmericano. Desde el departamento de Folclore de la Universidad Nacional de las Artes afirmaron que: “Celebran poder llevar a cabo esta distinción a quién desde el discurso y la acción promueve la integración y la re-valorización de los pueblos ancestrales”. Por otro lado, el vicepresidente boliviano recibirá el máximo galardón, el “Premio Rodolfo Walsh” que otorga la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata. Esta decisión se fundamenta en que: “Es una persona que sobresale por su acción ejemplar y su trayectoria en favor de la lucha por la democracia de los pueblos contra el golpe sufrido por Bolivia el 2019 y la lucha y reivindicación del movimiento indígena en América”.
El año nuevo Andino, Amazónico y del Chaco tiene dos importantes antecedentes a destacar que marcan su origen, según el escritor boliviano Carlos Macusaya referente del pensamiento indianista y katarista: “Primero, el antecedente histórico precolombino (antes de la conquista) al respecto, que tiene que ver con cómo en el incario se organizó la vida social en función del calendario solar. Otro antecedente, más contemporáneo, sería de reivindicación, de resignificación política de esta fiesta que la lleva a cabo la generación de jóvenes universitarios quechuas y aymaras que migraron del campo a la ciudad y que formaron el “Movimiento Universitario Julián Apaza”. Ellos son los que le dan un sentido político a esta celebración en un momento histórico-social en que se trataba de reafirmar la identidad indígena en un contexto de extremo racismo. Se trataba de decirle a las personas del mismo origen indígena: “No hay porque avergonzarnos de nuestra cultura, nuestros idiomas, apellidos indígenas, color de piel, historia, origen y fiestas ancestrales, incluso a estas últimas podemos recuperarlas”. Este movimiento indígena va a enarbolar esta fiesta y la va a resignificar a finales de la década del 70 y principios del 80, en un contexto de surgimiento del pensamiento indianista y katarista. Si bien, esta fiesta en el incario era una fiesta de la élite o de cierto grupo, este movimiento de jóvenes lo va a reivindicar como una “fiesta del pueblo” en general, lo van a plantear como espacio de reafirmación identitaria donde los indígenas podrían afirmarse y decir: “Somos esto y no tenemos por qué sentir vergüenza”.
La celebración del año nuevo andino tiene una significación política profunda y tienen lugar al amanecer con los primeros rayos del Sol, a diferencia del año nuevo que celebra occidente el 31 de diciembre a la medianoche. Esta celebración coincide con el Solsticio de Invierno, que es el momento exacto del año en que el Sol se encuentra a mayor distancia angular de la Tierra. Dependiendo la correspondencia con el calendario, el evento del Solsticio de Invierno tiene lugar en el Hemisferio Norte entre el 21 y 22 de diciembre todos los años, y en el Hemisferio Sur entre el 20 y 21 de junio. El significado estacional del Solsticio de Invierno se manifiesta en el alargamiento de las noches y el acortamiento de las horas diurnas. Se trata de un calendario lunar-solar, ya que está regido por la fase de la Luna y el recorrido de la Tierra alrededor del Sol. A partir, del 22 de junio se empiezan a contar los 13 meses, cada uno de 28 días, contándose 364 días del año nuevo. El 21 de junio es el día 365, que se dedica exclusivamente a la fiesta del año nuevo y da inicio al invierno en el sur del planeta Tierra, siendo este día el que tiene la noche más larga y el día más corto.
Esta referencia astronómica implica un nuevo ciclo de producción agrícola para la siembra de alimentos y una oportunidad para agradecer a Tata Inti (Padre Dios) y a la Pachamama (Madre Tierra) por las cosechas del año que se dieron, así como para pedir por la prosperidad del comienzo de otra etapa de preparación para un nuevo tiempo de siembra. Este nuevo ciclo agrícola es un momento vital para los indígenas que dependieron históricamente del cultivo de la tierra para subsistir. Este momento festivo se conoce como “Willka-Kuti” o retorno del sol en aymara o “Inti Raymi” en quechua, que da comienzo a nuevo ciclo agrícola.
Se celebra en diferentes lugares sagrados indígenas (Wak´as o apachetas) en diversos países donde las personas se convocan en una celebración con música, danzas autóctonas, ofrendas, ceremonias, rituales, etc., que tienen el fin de agradecimiento y tributar a la Pachamama (Madre Tierra) y a Tata Inti (Padre Sol). Las ofrendas se preparan con la tradicional y sagrada hoja de coca, sebos de llama y alcohol para la ch´alla como ´símbolo de reverencia y agradecimiento por la producción. El momento cumbre de la celebración consiste en recibir los primeros rayos solares de Tata Inti (Padre Sol) sobre la Tierra que se reciben poniendo las palmas de las manos de frente al Sol para sentir la energía de Tata Inti. Este momento espiritual implica renovación de energías, agradecer al Sol, pedir peticiones y poder tener un año de mucha prosperidad. De esta manera, iluminados por estos primeros rayos solares que emanan una renovada energía, se da inicio a un nuevo ciclo, un nuevo año nuevo ha iniciado.
La celebración más importante que congrega a los turistas se realiza en Tihuanacu, La paz, Bolivia, que es el más importante centro ceremonial y la más antigua ciudad arqueológica preincaica. Desde allí, en el árido altiplano boliviano, entre construcciones antiquísimas y un frío gélido que cala hasta los huesos, es cuando al amanecer los rayos del sol comienza su asenso a través de la puerta del imponente Templo de Kalasasaya (Templo De las piedras paradas), en el que se verificaban con exactitud los cambios de estaciones y el año solar de 365 días. Lo que deja en manifiesto el avanzado conocimiento astronómico que poseía esta civilización Tiahuanacota.
En Bolivia el decreto supremo 173 del 17 de junio del 2019 declaró el 21 de junio como feriado nacional para permitir la participación de la población en los diversos actos a lo largo y ancho del país en que se festeja el inicio de un nuevo año andino. El actual presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora recibirá el año nuevo andino 5530 en Tiahuanaco, mientras el vicepresidente David Choquehuanca lo recibirá en el municipio de Moreno, la República Argentina. Vía Red Contacto Sur
*Verónica Zapata, periodista y psicóloga boliviana