La Paz 23 de septiembre de 2024. – Lo que comenzó como una movilización «pacífica» terminó en violentos enfrentamientos entre seguidores de Evo Morales y grupos afines al gobierno de Luis Arce en diversas zonas de La Paz, incluida la avenida Montes y la Central Obrera Boliviana (COB). La tensión escaló después de que Morales, tras liderar la marcha evista, anunciara en un cabildo que dejaría el futuro del conflicto en manos de sus seguidores y que él regresaría al Chapare.
Durante la concentración, Morales emplazó al presidente Arce a cambiar a sus ministros en un plazo de 24 horas si deseaba mantenerse en el poder. Acusó a varios de sus colaboradores de ser «narcos, corruptos y racistas«. Aunque el exmandatario aseguró que no busca acortar el mandato de Arce, varios sectores interpretaron sus palabras como una clara advertencia de que el conflicto podría agravarse si no se cumplen sus exigencias.
La marcha, que en un principio fue convocada para protestar por la crisis económica, rápidamente se tornó violenta. Encapuchados que resguardaban la sede de la COB y la plaza Murillo se enfrentaron con los marchistas utilizando petardos, explosivos y palos. La policía intervino con gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, pero los enfrentamientos continuaron en varias zonas, incluida la avenida Mariscal Santa Cruz. Algunos manifestantes llegaron a prender fogatas en medio de la avenida y se reportaron heridos que fueron auxiliados por transeúntes.
El dirigente campesino evista, Ponciano Santos, expresó su frustración de manera pública durante la marcha, exclamando: «¡Estoy emputado, quiero ir a la plaza Murillo!». Mientras tanto, en el cabildo se escuchaban consignas como «¡Urgente, urgente… Evo presidente!«, lo que subrayaba el carácter político de la movilización.
En medio de la tensión, el alcalde de La Paz, Iván Arias, intentó calmar los ánimos en la plaza San Francisco con una bandera blanca, en un esfuerzo por evitar que la marcha pusiera en peligro a los trabajadores que realizaban tareas en la bóveda del río Choqueyapu. Sin embargo, sus esfuerzos no lograron contener la creciente violencia.
Los disturbios también afectaron el transporte en la ciudad, obligando a la Terminal de Buses de La Paz a suspender sus servicios de manera temporal, según informó la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transporte (ATT). A medida que la situación se desbordaba, la policía continuó desplegándose para dispersar a los manifestantes y evitar mayores enfrentamientos.
La Defensoría del Pueblo, por su parte, ha pedido a los sectores que dejen de lado la violencia y busquen soluciones pacíficas al conflicto. Sin embargo, hasta el momento, los llamados a la calma han sido ignorados, y el panorama político se mantiene tenso y en incertidumbre.