El conflicto interno dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) alcanzó un punto crítico con los enfrentamientos registrados en Vila Vila, Oruro, entre seguidores de Evo Morales y grupos afines al gobierno de Luis Arce. La marcha liderada por Morales, que avanza hacia La Paz, fue recibida con resistencia por parte de grupos que apoyan al presidente, desencadenando violentos choques con el uso de piedras, petardos y dinamitas.
La situación se agravó cuando ambos bandos se encontraron en la carretera que conecta La Paz con Oruro. En medio de las tensiones, se lanzaron acusaciones mutuas sobre la responsabilidad de las posibles consecuencias del enfrentamiento. Mientras el Gobierno y el sector «arcista» consideran que la marcha tiene como objetivo desestabilizar el mandato de Arce, Morales denunció una «emboscada» y aseguró que «lo han querido balear», aunque no resultó herido.
Los enfrentamientos dejaron al menos cinco heridos, incluyendo a Bernardino Quispe, dirigente de la Asociación Regional de Productores de Coca de Caranavi Sud, y los senadores Guido Varela y Luis Flores, quienes fueron trasladados a un centro de salud. Estos hechos representan uno de los capítulos más oscuros en la historia del MAS, que se encuentra profundamente dividido.
A pesar de la violencia, la marcha liderada por Evo Morales continúa su camino. Morales, en una de sus declaraciones, señaló a Andrónico Rodríguez como «el tercer hombre» en la línea de mando, sugiriendo que podría ocupar un papel importante si Arce y Choquehuanca «abandonan al pueblo». Rodríguez, sin embargo, se ha mantenido al margen de los medios durante la marcha.
La Defensoría del Pueblo ha pedido insistentemente bajar los niveles de tensión y evitar más violencia, pero hasta el momento, su exhorto no ha encontrado eco entre los sectores en pugna.